Bordear su frontera
Una mañana Samuel (un estudiante de 5 años diagnosticado con autismo) llegó al colegio y fiel a su rutina, soltó la mano de su mamá, acomodó su frente para recibir el beso, sonrió, atravesó la puerta, permitió dócilmente que le lavaran las manos y caminó hacía su salón de clase. La tranquilidad que mostraba no daba lugar para sospechar que en ese mismo día él también podía ser de otras maneras. Como si fuera una brújula un grito sostenido me llevaba hacía el salón de Samuel, en el camino dos niños que venían corriendo se estrellaron conmigo, uno de ellos me tomó de la mano para llevarme rápidamente hacía el salón y en el trayecto me decía que Samuel estaba muy furioso. De pie en la entrada del salón alcancé a observar que una niña se acercaba a Samuel y le decía repetidamente: “ Tienes que calmarte, tienes que calmarte ”, mientras intentaba agarrar su mano, pero Samuel esquivando el contacto e incomodo por su cercanía se movía por todo el lugar gritando y en un gest...