Lo que desaparece como efecto de la repetición

En medio del caos del recreo Nicolle se esfuerza por esquivar lo que sea necesario y corriendo, llega hasta mí con su cara repleta de emociones. Podía sospechar en sus ojos cierta fascinación. Sin decir nada me tomó de la mano para indicarme con su cuerpo que fuera con ella, quería mostrarme algo. En el trayecto apretaba sus labios como esforzándose por contener una noticia. Me llevó hasta el parque y una vez allí, subió por las escaleras y de pie frente al tobogán me dijo: ¡mira! ¡Esto es un círculo! Mientras lo decía movía su mano dibujando un gran círculo en el aire. Parecía no interesarle nada más, ni mi reacción y mucho menos los niños que subían y bajaban acelerados. Sus ojos clavados en aquel objeto brillaban de fascinación y su risa de felicidad delataba el convencimiento de su hallazgo. 


En clase se venía abordando el tema de las figuras geométricas y se había empezado por el círculo. Alrededor de este se hicieron guías de trabajo en las que era posible identificarlo, repisarlo, colorearlo y dibujarlo. Los niños y las niñas ya reconocían esta figura. Pero una cosa es lo que se enseña y otra cómo acontece el aprendizaje. 


Se sobrevinieron días en los que Nicolle dibujaba círculos en todo lado. Utilizaba la tiza para dibujar círculos en el piso, el marcador para hacerlos en el tablero, la plastilina para moldearlos sobre la mesa e inclusive, utilizaba sus dedos para dibujarlos sobre la piel. Nicolle parecía estar atraída por los círculos y los dibujaba siempre que podía, en forma de cuerpos redondos (hasta los brazos y las piernas), flores y cada vez que se le disponían hojas blancas para elaborar un dibujo libre ella hacía un círculo grande en el que dibujaba adentro una gran cantidad de círculos pequeños o, en algunas ocasiones rellenaba toda la hoja con círculos de colores. 


Un día, estaba firmando su tarea y de repente se levantó apresurada de la silla y atravesando el salón con su hoja en la mano elevada como una bandera, se acercó y me dijo: mira, mi nombre tiene un círculo. Al decirlo, el tono de su voz parecía sugerir que había un poco de afirmación y a la vez un poco de pregunta. Sus ojos estaban clavados en los míos esperando una respuesta. Cuando le confirme y celebre su hallazgo exhalo sonriendo, un poco aliviada, un poco segura y feliz.


Luego empezó a descubrir círculos en los objetos. En una ocasión estaba tomando agua de su botella y encontró que el dibujo que viene allí estampado tiene pequeños círculos, se me acerco y en un gesto de afirmación y de pregunta me dice: mira, esos son círculos. Una vez más exhalo una sonrisa de alivio y luego su rostro se llenó de seguridad al escuchar la confirmación de su hallazgo.  Esta acción la repetía seguidamente, no solo el encuentro con la figura sino la ratificación de su hallazgo. Así encontró círculos dibujados en cuentos, pocillos, zapatos, camisetas y carteleras. 


Todos los niños ponían círculos en sus dibujos y esto era una forma de representar aquello que estaban aprendiendo. Pero Nicolle parecía estar obsesionada con ellos. Me generaba curiosidad la manera en que presentaba sus hallazgos, esta mezcla de afirmación en su voz y su cara hecha una pregunta que se relajaba con una respuesta afirmativa. Repetía una y otra vez algo que -desde mi perspectiva-  parecía tener claro.  


Durante dos semanas estuvo insistente y repetitiva con los círculos, hasta el día en que lo descubrió en la entrada del  tobogán. Este día algo cambió en ella. Sospeché que abandonaba la repetición porque al parecer este concepto del círculo que se le presentaba como algo que estaba por fuera de su cuerpo y se le escabullía un poco había encontrado un lugar dentro de ella, ahora ya lo sabía y este saber residía en su cuerpo. 


Ahora le sucede con el número 3. 






Comentarios

  1. Darse cuenta o notar, cuando un niño ha cambiado su atención de objeto, es saber oír y observar. Esto permite comprender y entender, como se pueden relacionar los aprendizajes, dando apertura a una forma en la que el niño está en el centro y los conocimientos giran en su entorno.

    Gracias por este hermoso relato. Saludos querida escritora.

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  2. A veces nos vamos desdibujando en la cotidianidad...no la que se vive con los niños....en la cotidianidad del afán, de los formatos, papeles, informes ....y estos relatos nos ubican nuevamente en la hermosa realidad, en lo simple y maravilloso de la escucha atenta y nos ubica nuevamente frente a lo más importante ...los niños y las niñas.

    Gracias mi profe escritora, gran relato para recargarme y reiniciar mañana.

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  3. Me encanta la forma mágica de contar un relato, espero poder leer muchos más relatos como este felicitaciones eres una excelente escritora

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  4. Si el aprendizaje se vuelve tan importante para un niño que lo relaciona todo el tiempo con su diario vivir, ni se diga el amor que reciben en casa. Este relato nos permite reflexionar sobre la importancia que tiene para un niño todo lo que con amor se enseña, se inculca. Gracias mi escritora favorita por compartir desde otra perspectiva el diario vivir de un niño en la escuela.

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  5. La magia de los niños transformando la realidad

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  6. Hermosa manera de presentarnos los procesos de aprendizaje en la infancia. Identificarlos, ser paciente con ellos, acompañarlos y brindar las herramientas necesarias para que sean lo más fructíferos posibles es de buenos maestros, entender que nuestra atención de adultos está fijada de alguna manera por la forma en la que acompañaron estos procesos en nuestra infancia, multiplica el valor que debemos darle como maestros o padres a esos momentos cotidianos de los niños. Gracias por compartir y generarnos conciencia, por favor sigue escribiendo.

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