El lugar donde se guardan los sentimientos


En esos últimos minutos que se estiran al terminar cada clase emerge siempre un espacio en el que los niños y niñas juegan y le dan otros usos a los materiales utilizados en la clase. Así las colchonetas han servido de piscina, de casas, de camas, de montañas, entre los usos que he podido observar.  Mientras esto sucede, algunas veces acompaño el juego y otras -como en esta ocasión- voy recogiendo  elementos  que los niños no han seleccionado para jugar. Así, estaba organizando los objetos  en los estantes de un pequeño cuarto que hace las veces de almacén, cuando escuche un grito que luego fue convirtiéndose en un poderoso llanto. 

Salí corriendo para atender el llanto cuando observé que aislado de los otros niños sobre una colchoneta estaba Jerónimo, inundado en las lágrimas pesadas que se escurrían por su cara y decidido a abrazar la soledad de un sentimiento que lo invadía. 

Me acerqué tranquilamente y me senté a su lado para acompañarlo, él parecía no notar mi presencia, estaba arrojado a la tristeza. En un pequeño silencio de su llanto le pregunté qué había sucedido y  su intento de hablar ahora se sofocaba en el nudo que se formaba en su garganta. 

Entre una voz ahogada y un llanto que aumentaba de solo recordar lo sucedido me cuenta que un niño le pegó y luego precisa: “Esteban me pegó”. Esta frase es el detonante de un nuevo llanto. 

El único movimiento que observo es el de sus lágrimas deslizándose por sus mejillas, por lo demás su cuerpo parecía estar inmóvil, sentado sobre la colchoneta, los pies estirados, los hombros caídos y las manos puestas sobre el piso, solo en su rostro parecía que algo sucedía en él. 

Me inquietó, porque generalmente, el llanto de los niños precisa algún dolor bien sea físico o emocional y al llorar van señalando en su cuerpo el lugar que les duele, como presentando su dolor para ser atendidos o reparado, pero Jerónimo parecía estar absorto en su propia tristeza un poco ajeno del dolor físico del golpe. 

En un nuevo intento por relatar lo sucedido respira y empieza a contarme que estaba jugando con Esteban y que de repente él lo golpeó, y ese instante el recuerdo del golpe -al parecer- le trajo de regreso ese llanto que le quebraba la voz. 

Yo lo observaba esperando que me señalara o mencionara la parte del cuerpo que le dolía para poner allí una caricia o iniciar una acción que Jerónimo pudiera sentir como reparadora, pero no ubicaba nada, no se tocaba ninguna parte del cuerpo, no mencionaba que le doliera un lugar específico. Jerónimo volvió a tomar aire para intentar nuevamente contarme lo sucedido y entonces, esta vez empezó su relato de forma diferente: “es que Esteban es mi mejor amigo y estábamos jugando a la piscina y entonces Esteban me pegó”. Alcanzó a enunciar esto y le sobrevino el llanto como si cada palabra fuera un golpe real sobre su cuerpo. Esta vez intervine, él niño parecía atorado en responder la pregunta que le había lanzado así que intente ser más específica y preguntar en otra dirección: ¿En dónde te duele? ¿En dónde te pegó? Después una pausa y una mirada que me interrogaba por la obviedad de la pregunta me responde: “pues en lugar donde se guardan los sentimientos porque me hizo llorar”. 

Al decir esto se sintió aliviado, como si las  palabras tan capaces de golpearlo también podían repararlo de su propio dolor. 

Al abandonar el llanto giró su cabeza para pasear sus ojos por mi rostro como buscando una mirada. Lo abracé y al mismo tiempo que su boca dibujaba una sonrisa sus manos se despegaban del piso para rodearme con sus brazos. Suspiro profundamente y luego dejó escapar una risita de satisfacción, risita que lo despegó de mí para salir corriendo a jugar con Esteban. 



Comentarios

  1. Mi escritora favorita, siempre haciéndonos vivir cada relato, que lindo encontrar maestras como tú que no solo se dedican a enseñar, sino a hacer propios los sentimientos de sus alumnos.

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  2. "El mlugar donde se guardan los sentimientos" wouuuuuuu he quedado inquieto en el alma. La palabra libera ☕

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  3. Escribir sobre los sentimientos de los niños, una conexión de escucha, empatía y comprensión.

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