¿Hoy tienes clase con nosotros?
Desde las siete de la mañana empecé a recibir de forma reiterada la misma pregunta ¿Hoy tienes clase con nosotros? En cuanto decía que si se desataban sonrisas, saltos, gestos y hasta bailes seguidos de otra pregunta ¿Ahorita o después del parque?
En el momento del recreo la pregunta se acercaba más a una afirmación ¿ahorita tienes clase con nosotros? Saben que tienen la clase y han esperado por ella, pero parece que disfrutan escuchar la confirmación, especialmente por que preguntan de forma colectiva y en esa complicidad hay algo agradable que experimentan al escuchar un sí.
Mientras estábamos en el recreo se acercaban en pequeños grupos y me preguntaban qué íbamos a hacer en clase ¿haremos la voltereta, escalaremos, saltaremos, haremos muchos retos? y en cuanto les decía que sí salían emocionados corriendo a jugar en el parque.
Faltaban unos pocos minutos para terminar el recreo y me fui hacía su salón para esperarlos allí, organizarnos y luego subir al espacio donde acontece la clase. Pero no llegaba nadie. Podía escuchar los pasos y los sonidos de los niños y niñas entrando a los salones de clase, pero al salón del jardín 5 no llegaba nadie. De pronto ingresa la maestra titular y al preguntarle por los niños y las niñas ella se empieza a reír.
Me cuenta que los niños tenían muy claro que tenían clase de educación física después del recreo, y que en cuanto anunciaron que el recreo había terminado todos se habían dirigido hacía las escaleras y que de hecho, los niños ya estaban en el espacio de la clase. Me dijo además, que por la autonomía y seguridad con la que los niños tomaron rumbo hacía las escaleras ella pensaba que yo les había enunciado que los esperaba allí o, que incluso yo había subido con ellos.
Me pareció muy gracioso y sorprendente que no llegarán al salón. Suelo hacer la rutina de ir al salón, anunciarles que se organicen para la clase, yendo al baño y guardando su chaqueta y luego subimos. Mientras esta rutina sucede la maestra me cuenta las situaciones o acontecimientos por las que atraviesa algún niño, por ejemplo si alguien ha estado enfermo, enojado o ha tenido situaciones adversas en su contexto familiar. O incluso, me cuenta acerca de las preguntas, las narraciones o las hipótesis que se han formulado durante la jornada. Es un acto de amor esta entrega que hace esta maestra.
Me dirigí a la escalera y no había nadie esperándome en la puerta, apenas escuchaba voces, movimientos, risitas. Y en cuanto entré al espacio me quedé perpleja, sorprendida. Los niños y niñas habían organizado un circuito de movimiento por su cuenta y estaban realizando el recorrido de forma organizada. Habían dispuesto los materiales siguiendo la secuencia de movimiento que suelo realizar, esto es, de movimientos sencillos a movimientos más complejos. Así, por su cuenta habían elaborado un circuito en donde el recorrido empezaba caminando, luego gateando, reptando, escalando, saltando sobre colchonetas y al final dando el rollito o como ellos suelen decir, la voltereta.
Los podía ver ayudándose unos a otros y acomodando el material cada vez que alguien accidentalmente lo movía. Se daban la mano, se esperaban, ponían reglas como saltar y caer como spider man y parecían estar organizados en pequeños grupos, cada grupito de dos o tres niños se cuidaban entre ellos. Fue una sorpresa muy linda. Estaban haciendo la clase ellos solos.
En cuanto me vieron siguieron realizando el recorrido y me iban contando cómo habían organizado los retos, me estaban explicando la clase de la misma manera en que suelo explicarles lo qué vamos a hacer. Los estaba escuchando mientras les tomaba fotos y videos. Con este curso en especial solemos hacer videos de la clase, ellos hablan como si fueran youtubers, explican los movimientos y se divierten siendo grabados. Les encanta que los graben porque luego de terminar la clase miran los videos junto con su docente titular y le van narrando a ella lo que hicieron. Se ven en el televisor y ven a sus compañeros y encuentran cosas que no habían visto antes, como que ahora son más fuertes, o que ya no les da miedo escalar, que ya saben hacer la voltereta o incluso cuentan historias que les sucedió durante la clase.
Estaba escuchándolos y grabandolos cuando de pronto se acerca Sebastian y me dice: profe ahora me toca ir por agua porque los niños ya tienen sed, voy a traerles agua para tomar.
Que linda historia 😍
ResponderBorrarHermosa historia. Tú mi escritora favorita
ResponderBorrarAy que lindos.
ResponderBorrarSon más autónomos los niños de preescolar que los de bachillerato. ¿En qué momento dejan de ser así?
ResponderBorrarEntonces de una manera inesperada te sorprendieron, te mostraron la seguridad y confianza que sienten en este espacio, lo que han aprendido, lo que disfrutan hacer por ellos mismos y en compañía de otros. Muchas gracias por compartir tu relato.
ResponderBorrarSencillamente es un placer leerte.
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